Era tenerte en aquel pasillo profundo y lúgubre.
Por esa pequeña ventana sur
donde los niños no alcanzan
entraba un rayo tenue
que dejaba aparecer tu ternura escondida
tu abrazo fuerte
lo salvaje de tus ojos
en ese momento era preciso su aparición
de formato vertical
porque la tensión de nosotros, del espacio
del pasillo a contraluz, lo requieren
ella captura un enlace furtivo,
él sentado apoyado en la pared, ella sobre sus piernas
formas, sombras
únicas, irrepetibles, necesarias
inocuas, a pesar de las circunstancias...