(...)Sí, a veces la idea más descabellada, la más imposible en apariencia, arraiga con tal fuerza en nuestro espíritu, que uno acaba por aceptarla como algo realizable...
Si esta idea va unida a un deseo apasionado y violento, entonces termina uno admitiéndola
como algo fatal, necesario, predestinado, como algo que no puede dejar de ser y de ocurrir.
Quizás haya en esto algo más,una mezcla de presentimientos , un esfuerzo
e x t r a o r d i n a r i o de la voluntad, una auto intoxicación por la propia fantasía(...)
F.D